Por: Eduardo Rivera S.
Presidente del Consejo Editorial de Mundo Ejecutivo
Cuando uno lleva años observando la relación comercial entre México y Estados Unidos, sabe que hay momentos de tensión y que la negociación es un arte que define el éxito económico. Lo que sucedió hace unos días es prueba de ello: la presidenta Claudia Sheinbaum logró frenar, al menos por un mes, la amenaza de Trump de imponer el arancel del 25% a las exportaciones mexicanas. Y aunque esto da un respiro temporal a las empresas que estaban al borde de un golpe financiero, la pregunta es: ¿qué sigue?
Y es que este no es solo un tema de comercio internacional, se trata de la base económica de ciudades enteras, desde Tijuana hasta Reynosa. Por eso, soy consciente de que la imposición de aranceles por parte del gobierno de Donald Trump va más allá de ser solo una medida proteccionista, pues es una amenaza directa a la estabilidad laboral y económica de México.
Este mes de tregua no es una victoria definitiva, es solo tiempo extra en un partido que sigue jugándose. La Confederación de Cámaras Nacional de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco Servytur) ha advertido que la incertidumbre sigue pesando sobre los empresarios, porque si algo sabemos es que Trump no da marcha atrás fácilmente. México no puede darse el lujo de confiarse; este periodo debe usarse con inteligencia para negociar con estrategia y fortalecer nuestra posición.
Desde mi experiencia en el sector empresarial, veo con claridad que esta pausa no es para celebrar, sino para actuar. Es el momento de consolidar acuerdos comerciales alternativos, de diversificar mercados y de fortalecer nuestras industrias clave para reducir la dependencia de EE.UU. Si este impasse nos permite replantear nuestra postura, bienvenido sea. Pero si solo se usa para esperar que Trump cambie de opinión, habremos desperdiciado una oportunidad invaluable.
La presidenta Sheinbaum logró contener la embestida por ahora, pero el verdadero reto será asegurarse de que México no vuelva a estar a merced de decisiones unilaterales. Y eso solo se logra con estrategia, unidad y acciones concretas.
Una pausa estratégica: el tiempo que México debe aprovechar
Lo que hace aún más difícil de asimilar este golpe arancelario es que viene acompañado de un doble discurso. Mientras en México se lanzan iniciativas para generar empleo para migrantes deportados desde EE.UU., las empresas establecidas en la frontera –las que ya generan empleo y aportan al PIB– están paralizadas esperando que sus permisos sean liberados. Más de 350 compañías que solicitaron autorización para operar bajo el Programa de la Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación (IMMEX) siguen detenidas desde diciembre de 2024, sin producir, sin exportar y sin recibir respuesta. Y detrás de cada empresa detenida hay trabajadores que dependen de su nómina, hay proveedores que se ven afectados y familias que viven en la incertidumbre.
El programa IMMEX no es un pequeño nicho de mercado. Según datos del Inegi, tan solo en 2017 representó el 55.7% de las exportaciones totales de México y en 2021 daba empleo a más de 3.3 millones de personas de manera directa. Pero los retrasos en las autorizaciones para operar han provocado que más de 500,000 empleos se mantengan en riesgo. Es decir, mientras en la capital del país se habla de generar empleo y atraer inversión, en la frontera las fábricas siguen detenidas porque los permisos no se liberan.
Aquí es donde la incoherencia se vuelve más evidente. Si de verdad queremos fortalecer la economía, el primer paso es proteger a quienes ya generan empleo en México, en lugar de dejarlos en la incertidumbre. Porque si estos retrasos persisten, no serán solo los trabajadores quienes paguen las consecuencias: México perderá su atractivo para la inversión extranjera y las empresas podrían optar por llevarse su producción a otros países con mejores condiciones operativas.
Un golpe directo a la competitividad de México
El problema con los aranceles de Trump no es solo que encarecen los insumos, sino que afectan la integración de las cadenas productivas entre México y EE.UU. No hay que olvidar que tan solo el año pasado, el 84% de las exportaciones no petroleras tuvieron como destino Estados Unidos. Si la producción se encarece en nuestro país debido a estos aranceles y a la falta de respuesta gubernamental, la competitividad de nuestra industria se verá seriamente afectada.
Las grandes inversiones no esperan. Empresas del sector automotriz, aeroespacial y de manufactura avanzada ya evalúan alternativas ante este escenario. Mientras tanto, la incertidumbre sigue creciendo y las respuestas desde el gobierno han sido insuficientes. No obstante, la imposición de aranceles no solo pone en riesgo la competitividad de nuestras exportaciones, sino que golpea directamente a los empresarios, trabajadores y consumidores de ambos países. La Concanaco Servytur advirtió que esta decisión es una medida unilateral que contradice los principios del T-MEC y, lejos de fortalecer la economía regional, provocará inflación en el país del norte, pérdida de empleos en la frontera y un freno al comercio bilateral.
En medio de todo esto, resulta imperativo que México defienda con firmeza el comercio como un pilar independiente de los conflictos políticos y migratorios. No podemos permitir que se utilicen los aranceles como moneda de cambio para presionar en otras agendas. Como lo ha señalado la presidenta Claudia Sheinbaum, el diálogo y la cooperación deben ser la vía para resolver diferencias, no las amenazas ni los golpes arancelarios que afectan a ambos lados de la frontera. Es momento de exigir el respeto a los acuerdos comerciales y de recordar que nuestra fuerza económica no está en la sumisión, sino en la negociación estratégica.
La opción de México: defenderse con el T-MEC
Uno de los grandes logros comerciales de México fue la renegociación del T-MEC, que nos da acceso preferencial a uno de los mercados más grandes del mundo. Sin embargo, lo que está haciendo EE.UU. con estos aranceles va en contra de los acuerdos establecidos en el tratado. Es momento de que México haga uso de los mecanismos de solución de controversias del T-MEC para impugnar esta decisión y proteger a sus industrias.
Un llamado a la acción
Cada día que pasa sin una solución clara, los costos aumentan y la incertidumbre crece. No podemos permitirnos esperar a que la crisis se agrave para tomar decisiones. Desde mi posición en Global Media Investment y como Presidente del Consejo Editorial de Mundo Ejecutivo, hago un llamado a que el gobierno mexicano actúe de inmediato para liberar los permisos de operación a las empresas detenidas, impugne los aranceles ante el T-MEC y diseñe una estrategia integral para mitigar los efectos de esta política comercial en la economía nacional.
El futuro de la industria mexicana no se puede dejar a la improvisación. Necesitamos certeza, liderazgo y visión a largo plazo. La competitividad de México está en juego y, con ella, el sustento de miles de familias. No es un tema de ideologías ni de política, sino de sentido común y de responsabilidad con quienes generan empleo y sostienen la economía del país.
México tiene la capacidad de salir fortalecido de esta crisis, pero solo si tomamos decisiones firmes y oportunas. No hay tiempo que perder.